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Carnaval de espejos

Una lectura desde la trinchera creativa sobre el analfabetismo digital y la ilusión del control

No es solo Argentina. Es el mundo.
Y el mundo está mirando el teléfono.
Más que mirar: orbitando alrededor de él.

Desde el 2020, la virtualidad dejó de ser una opción.
Nos digitalizamos a la fuerza, y el sistema aprovechó el shock.
Internet ya no es un espacio colectivo (por mucho que me duela): es un shopping de datos.
Nos privatizaron el acceso al conocimiento y a los espacios virtuales.

Mientras tanto, granjas de bots moldean lo que creemos elegir.
Nuestros feeds en redes sociales nos muestran un espejo narcisista, hecho a medida de nuestros likes (y dislikes).
Pero ese reflejo no piensa, ni duda, ni se pregunta.

Estamos cansadxs, vulnerables, distraídxs.
La distracción es el negocio.
Y la ignorancia, su combustible.

Quizás el acto más subversivo hoy sea aprender, formarse.
Porque quien entiende cómo funciona el sistema, puede usarlo sin ser usado (o al menos intentar).

OK, ¿Y ahora qué hacemos?

No se trata de apagar todo, sino de recuperar cierto control.
Acá van algunas ideas desde mi trinchera (TanRandom! style):

  1. Formate, aunque no seas del palo.
    Entender cómo funciona lo digital es una forma de resistencia.

  2. Descentralizá tu dieta informativa.
    No te quedes con lo que aparece en tus feeds. Buscá medios alternativos, RSS, foros, bibliotecas digitales.

  3. Hacé limpieza algorítmica.
    Dejá de seguir cuentas que te agotan. Tu atención es digna de cuidar.

  4. Practicá la lentitud.
    No todo necesita respuesta inmediata, no todo es urgente. Leer, pensar y sentir también son actos políticos.

  5. Cuidá tus datos.
    Antes de subir algo, preguntate: ¿para qué lo estoy haciendo?

Código y corazón.
Porque si nos rompieron, también podemos reparar.

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